Terminaron los Mundiales de Sevilla, los del oro de Abel Antón en el
maratón y los del récord del mundo del estadounidense Michael Johnson
en los 400 metros lisos. Ambos se erigieron en las dos grandes estrellas
de un Mundial no exento de buenos momentos y buenas marcas.
El récord del mundo de Johnson dio a un Mundial plagado de
grandes registros ese gran momento para el recuerdo en los libros que
faltaba. El estadounidense aprovechó el apoyo del cálido público andaluz
para conseguir acabar con la plusmarca mundial de 43.29 que su compatriota
Harrry 'Butch' Reynolds poseía desde hacia 11 años.
Había habido hasta ese momento un récord mundial igualado en la pértiga
femenina, prueba que se estrenaba en estos campeonatos, marcas extraordinarias
en las finales de los 100 metros masculinos y femeninos e incluso el
1.500 más rápido de la historia de los Campeonatos del Mundo. Pero a
Sevilla le faltaba un récord, y si podía ser de prestigio mucho mejor.
Johnson que pudo participar en Sevilla invitado por la IAAF como campeón
en Atenas'97, que gran momento se hubiera perdido con su ausencia, invirtió
tan sólo 43.18 segundos en recorrer la cuerda completa de la pista.
Una marca, que si no lo impide el mismo, permanecerá en los libros durante
mucho tiempo.
Abel Antón pasó a la hostoria
Mientras Abel Antón fue el otro gran protagonista, ya que su entrada
como triunfador en el estadio de La Cartuja resultó el momento de más
emoción de los Campeonatos. El soriano, de 36 años, se hizo su hueco
en la corta historia de los Mundiales, esta tan sólo era su séptima
edición, al convertirse en el primer atleta que ganaba el oro en maratón
en dos ocasiones, y además de manera consecutiva.
Antón sacó a las calles a toda la gente de Sevilla, que a lo largo de
los 42,195 kilómetros lo llevaron en volandas al español, primero en
las calles y luego en los últimos metros ya dentro del estadio. La entrada
en el estadio del bicampeón del mundo de maratón fue un momento especial,
ya que a la vez el joven Yago Lamela se vestía de plata tras no haber
podido en el concurso de longitud con el cubano Iván Pedroso.
Greene, el más laureado
Mientras el estadounidense Maurice Greene aprovechó la cita de
la capital hispalense para coronarse como el gran rey de la velocidad,
con el permiso de Johnson. El de Kansas no desaprovechó la ocasión y
se colgó del cuello el oro en los 100 y los 200 metros, algo que hasta
ahora no había logrado nadie.
Además el norteamericano remató la faena sumando su tercer oro en los
relevos, el 4x100, y convirtiéndose en el atleta más laureado de los
Campeonatos. Greene cubrió todas las esperanzas que había puestas en
él. Ganó y dio espectáculo, tan sólo le faltó tal vez haber batido su
propio récord del mundo en los 100 metros.
Marion Jones, la cruz
Quien no tuvo tanta fortuna fue su compatriota Marion Jones. Ella
ya llevaba durante toda esta temporada demostrando que era la auténtica
reina de la velocidad. Así, no fallo en la final de los 100 metros y
sumó su primer oro. La californiana buscaba en Sevilla lo que nadie
había logrado, asaltar el triunfo en cuatro pruebas (100, 200, longitud
y relevos). Todo estaba listo para que fuera la gran protagonista de
estos Campeonatos, y todo empezó bien para Jones, primero con el sorprendente
triunfo de su marido, C.J. Hunter, en el lanzamiento de peso y después
con la final de los 100 metros.
Pero a partir de ahí todo empezó a complicarse para la californiana.
Primero vino la longitud, allí la norteamericana veía como todo se iba
al traste ya que era incapaz de pasar del bronce, en una prueba para
la que no está dotada. Jones es todo velocidad y potencia, pero para
la longitud hace falta algo más, la técnica. Posiblemente una temporada
cargada de pruebas, así como el exceso de los Mundiales, acabaron por
romperla en las semifinales de los 200 metros. Jones encaraba la recta
final en tercera posición y tras sufrir un pinchazo en su espalda caía
al suelo fulminada. La que estaba llamada a ser la gra reina de los
Campeonatos terminaba por abandonarlos antes de tiempo y en camilla.
Participación española
Por lo que a los españoles se refieren, terminaron por salvar la
papeleta en la penúltima jornada. El oro de Antón y la plata de Lamela
permitieron alcanzar las cuatro medallas, una menos que en Atenas pero
un buen número. La longitud, una prueba con ninguna tradición dentro
del atletismo español fue la gran protagonista al ser la artífice de
dos de los cuatro metales.
La saltadora de longitud de origen
cubano Niurka Montalvo fue la primera en abrir el fuego y nada menos
que con el oro. En concurso disputadísimo Montalvo tuvo que volar hasta
los 7.06, y batir el récord de España, en un salto que trajó la polémica,
para lograr superar en su último intento a la italiana Fiona May. La
española llevó consiguó también el primer gran lleno a un estadio que
hasta entonces no había atraído mucho el interés del público. Lo de
Montalvo ánimo aún más una de las carreras más esperadas, el 1.500.
Un gran 1.500
La presencia de tres españoles en la final (Reyes Estévez, Fermín
Cacho y Andrés Díaz) hacía soñar con lo máximo. Pero en la pista el
marroquí Hicham El Guerrouj se encargó de poner las cosas en su sitio.
Con el 1.500 más rápido de todos los Mundiales el marroquí no dio ninguna
opción a los españoles, que tuvieron que conformarse con el bronce de
Estévez, el cuarto puesto Cacho y el quinto de Díaz. La carrera fue
de infarto, se corrió a ritmo de récord (3:27.65) y El Guerrouj se encargó
de hacer buenos a todos, ya que tanto Estévez, Cacho y Díaz realizaron
unas sensacionales marcas.
El camino hasta la siguiente medalla fue largo y un tanto decepcionante.
Ya que decepcionante resultó el concurso de los marchadores españoles.
La marcha una fuente inagotable de medallas para el atletismo español
no cumplió en la gran cita de Sevilla. La especialidad más laureada
no pudo sumar metales y fue víctima del calor y de los rusos, los dominadores
en estos Mundiales con los triunfos en los 20 km. (Markov) y los 50
(Skurigyn). Primero fue el turno de 'Paquillo' Fernández en la distancia
corta, pero el granadino acabó siendo presa del calor. Después ni García
Bragado, campeón del mundo en Stuttgart'93 y subcampeón en Atenas'97,
ni Valentí Massana lograron el metal tan perseguido. Bragado se vió
obligado a abandonar, mientras que Massana no pudo pasar de un puesto
de honor, quinto. Se pasaba el ecuador de los Campeonatos y las medallas
prometidas no terminaban de llegar.
Antón, rey de la maratón
De todas maneras quedaba la gran cita de la maratón y la longitud.
Y ninguna de las dos falló. Un equipo potentísimo, liderado por Abel
Antón, Martín Fiz y Fabián Roncero era un seguro. Pero la carrera fue
bien distinta. Roncero fuera de la prueba y con Fiz muy atrás, apareció
un Antón inmenso que demostró que era el más fuerte y no dudó en irse
a por el triunfo.
Lamela es el futuro del Atletismo español
En la longitud Yago Lamela, a sus 22 años, puso la rubrica a un
gran año tras ser subcampeón en pista cubierta y al aire libre. El español
se quedó en 8.40 y no pudo superar su récord de España de 8.56, que
le habría llevado al oro. Pero demostró que es una apuesta sólida para
Sydney, la próxima gran cita
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