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REAL MADRID 0: Iker Casillas; Michel Salgado, Karanka, Iván Campo,
Roberto Carlos; McManaman, Helguera, Redondo, Savio (Balic, min. 75);
Raúl y Morientes (Ognjenovic, min. 86).
MANCHESTER 0: Bosnich; Gray Neville, Berg, Stam, Irwin (Silvestre,
min. 87); Beckham, Keane, Scholes (Butt, min, 81), Giggs; Cole y Yorke
(Sheringham, min. 75).
ARBITRO: Gilles Veissiere (Francia). Mostró cartulina amarilla
a Irwin, del Manchester United y a Karanka, del Real Madrid.
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Real Madrid-Manchester
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del Real Madrid
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El
Manchester United se marchó vivo de forma increíble del Bernabéu, en
un partido donde el Real Madrid siempre dio la cara, pero en el que
adoleció de la fortuna necesaria para tumbar al equipo de moda en Europa,
que hoy demostró, de todas formas, que no es invencible.
El Real Madrid tocó la tecla idónea para superar al Manchester en los
primeros 40 minutos. Desactivó la bomba de relojería en las bandas,
donde Ryan Giggs y David Beckham tuvieron siempre problemas, y además
Savio echó el resto en el costado izquierdo, con sus recortes y entradas
hacia el centro. McManaman, a los nueve minutos, de cabeza pudo enderezar
el encuentro. Un cabezazo suyo lo sacó de forma magistral Bosnich. El
meta australiano repitió éxito luego con un tiro de Morientes.
Sin fortuna
El Madrid, apretaba, pero sin fortuna. El Manchester esperaba sus
contraataques. Muy conservador atrás, el Madrid logró exasperar a Roy
Keane, el jefe de los "diablos rojos". Todo un personaje Keane, el empleado
más caro del club, al que no le preocupa echar la bronca en público
a Berg, por ejemplo esta noche, por no cubrir su zona con seriedad en
algunos momentos. Keane reúne un perfil espléndido para ser el líder
de esta opulento Manchester y gracias a él, su equipo comenzó a espabilar
en los últimos diez minutos, antes del descanso.
Fue en esos minutos, cuando el fuelle del Real Madrid bajó. Giggs, apagado
hasta entonces, hilvanó alguna acción y provocó un par de saques de
esquina, que como suele ser habitual este año, producen terror en la
defensa del club español. En pleno minuto de prolongación, antes de
irse a la caseta, Yorke aprovechó un rechace en corto de Iker Casillas,
para empujar el balón a la red. Afortunadamente, para los madridistas,
el árbitro, pitó fuera de juego.
El Madrid bajó la intensidad en la segunda parte
En el segundo tiempo, Del Bosque cambió el guión táctico. Helguera
y Redondo chocaban entre sí en muchas fases. Y es que Redondo, habitualmente,
necesita espacio y libertad en el círculo central. Con Iván Helguera
al lado, Redondo se ahoga. Por eso, en la reanudación Helguera tiró
unos metros atrás, actuó como tercer central, al lado de Karanka e Iván
Campo. Helguera sí tiene gasolina. Así que en las jugadas a balón parado,
buscó con interés una de sus mejores facetas, el remate de cabeza. Sin
embargo, Bosnich poco dejó a los madridistas. Estuvo sobresaliente todo
el partido.
El Madrid bajó su intensidad. El equipo anda justo de fuerzas. No le
sobran energías. Así, que con el enemigo de fuste que tenía enfrente,
hay que rentabilizar las acciones de peligro. Si perdonas, se te va
el partido. Los de Alex Ferguson aguantaban el tipo como podían. Se
resignaban a fundir a su rival con una contra, fabricada en la velocidad
de Giggs o en un golpe de franco de Beckham. Esas eran las cortas intenciones
de un equipo que evidentemente tendrá que sacar del armario algo más
de su talento si quiere seguir vivo en la vuelta de Old Trafford.
El Manchester que se vio hoy en el Bernabéu fue bastante rácano. Abusó
de las faltas al borde del área. Savio se llevó toda la leña del mundo
de Gary Neville. Pero Roberto Carlos no pudo sacar ventaja en los numerosos
golpes francos que lanzó como consecuencia de las caídas de Savio. Raúl
fue el único que intentó inventar en punta. Pasaban los minutos y Del
Bosque tiró de Balic para suplir a un fatigado Savio, que acaba de salir
de una lesión, y se dejó el alma en su regreso a Europa. Balic dio más
oxígeno.
El Madrid agobió al Manchester en el último tercio. Ofreció todo un
derroche de facultades, pero las manos de Bosnich fueron más alargadas
que nunca. A los 80 minutos, sacó un balón inverosímil a Balic. El Madrid
chocaba contra un muro de contención. Un minuto después era McManaman.
El inglés pisaba el área con firmeza, pero Bosnich, de nuevo, salvaba
los muebles, cuando todo el estadio cantaba el gol. No fue el día de
suerte, desde luego del Real Madrid, que mereció ganar con holgura.
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