Serial Marca: Historias de campeonato 200 días asombrosos

ES EL PRIMER ESPAÑOL QUE LO LOGRA Y TAMBIÉN EL PILOTO MÁS JOVEN
Alonso se proclama campeón en Brasil y entra en la historia

ANTONIO A. CASTILLO. Madrid
Fernando Alonso figura ya en la historia del deporte como primer español que conquista el título mundial de Fórmula 1 y, además, como el piloto más joven que se ciñe la corona de la especialidad reina del automovilismo. El asturiano consiguió el tercer puesto en el Gran Premio de Brasil, una carrera que los buenos aficionados guardarán siempre en su memoria, por detrás de los dos pilotos de McLaren-Mercedes, Montoya y Raikkonen.

Alonso sucede en el trono a Michael Schumacher, cuya 'colección' de siete títulos podría igualar algún día -quién sabe- amparado en su juventud y en sus increíbles dotes de pilotaje. No es momento, en cualquier caso, de hacer pronósticos y sí de vibrar con las proezas de un deportista que ha roto todos los moldes conocidos hasta la fecha en nuestro país.

Alonso tomaba la salida con un dato no precisamente baladí en la mente: todas y cada una de sus 'pole positions' se habían traducido en un puesto en el podio al final de la carrera, que era lo que necesitaba para proclamarse campeón, así que se limitó a mirar al cielo, en el que asomaban unas amenazadoras nubes negras, y a arrancar como un cohete cuando el semáforo se puso verde. Desafortunadamente, Pizzonia se tocó con su compañero Webber en el giro inicial y provocó la entrada en pista del coche de seguridad y la neutralización de la carrera.

Carrera interrumpida
En la reanudación, Montoya, consciente de que Fernando no iba a poner en peligro un título cantado, se colocó primero tras apurar una frenada. Fue el primer golpe de mano obligado de los pilotos de McLaren-Mercedes en su afán por retrasar el alirón del asturiano, que secundó Raikkonen al auparse al segundo puesto tras las primeras paradas en boxes.

A partir de ahí, cada uno fue a lo suyo: Juan Pablo y Kimi, a conseguir un doblete que hacía años que no se producía y que serviría para situar a las flechas de plata en cabeza de la clasificación de constructores, y Alonso a mantener un tercer puesto que en realidad jamás peligró, ya que el cuarto clasificado, Michael Schumacher, rodó siempre lejos del asturiano.

Es fácil intuir lo larguísima que debió hacérsele la carrera a Alonso hasta cruzar bajo la bandera ajedrezada, pero el asturiano y su R25 volvieron a funcionar como auténticos relojes de precisión, lo que no es una novedad a estas alturas. Antes, asistimos a un conato de lucha entre los dos pilotos de McLaren, que se frustró cuando el equipo angloalemán prefirió asegurar el doblete y, de paso, el liderato de constructores. Así las cosas, Montoya sumó su cuarta victoria de la temporada, que le sirve para situarse tercero en el Mundial.

Los Ferrari estuvieron por encima de la media de la presente temporada, con Michael Schumacher en la cuarta posición y Barrichello, que arriesgó para satisfacer a los aficionados brasileños, en la sexta, aunque los monoplazas rojos nunca pudieron inmiscuirse en el habitual recital de los McLaren y los Renault. 'Schumi', al menos, superó al compañero de Alonso, Fisichella. Button y Ralf completaron las ocho posiciones que dan derecho a puntos.

Grito simbólico
Tras aparcar su R25 en el 'pit lane', Alonso se quitó lentamente los guantes y el casco. Parecía que la cosa no iba con él, pero entonces se puso de pie sobre el monoplaza y lanzó un grito de alegría. O de rabia, quién sabe. Ya es el nuevo rey del automovilismo. Y el nuevo rey del deporte español. Enhorabuena.

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